La 28° edición de la Bienal de Sao Paulo se acaba de inaugurar con las paredes vacías, sin obra física. Los cuadros y las esculturas se quedan a un lado para dar el protagonismo a la reflexión y a otras formas artísticas. Se espera que el Edificio Niemeyer se convierta en un espacio para la experimentación, donde los artistas interactúen, discuten, y se lleven a cabo proyectos o performances improvisadas.
En la tercera planta se ha instalado una biblioteca, el archivo histórico de la Bienal, un auditorio, salas de reuniones y de lectura: Un espacio pensado para la colaboración, la creación y la innovación.
En palabras de su comisario, Ivo Mesquita para ABC: “Pretendo provocar con este gesto, generar una discusión. Sé que fui muy pasional al tomar esta decisión. Pero la gente acaba yendo a las bienales sin expectativa alguna. Van como si fuera una obligación. No hallan sorpresas; no ocurre nada. Acostumbrados a ver los espacios llenos, surgirán preguntas al verlos vacíos. Será una especie de exposición virtual, una instalación, donde se promoverá la discusión y el debate; una crítica de las bienales desde una de ella“
Aunque sea una iniciativa aparentemente arriesgada, no llamaría tanto la atención en el mundo del arte sino se llevara a cabo en la consolidada Benial de Sao Paulo. El del arte contemporáneo está ya habituado a todo. Cualquier extravagancia es incapaz de provocar. Parece imposible gestar algo realmente innovador y revolucionario en el arte. En un mundo en el que todo parece estar inventado, sólo esperamos que este experimento no caiga en saco roto, y que se convierta en un punto de inflexión para empezar a ver las bienales de otra manera: Cada vez más como un espacio de creación, en vez de exposición.
Fuente: ABC
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